NYC Melting Pot, Jose James en Clamores

JOSE JAMES QUARTET
Jueves 10 de julio de 2014
Sala Clamores (Madrid)

El estadounidense Jose James aterrizaba en Madrid tras su visita el año pasado a la Galileo Galilei presentando No Beggining No End (Blue Note / Universal, 2013). Ahora venía con While You Were Sleeping (2014), un disco de corte más variado, más eléctrico, con un deje rockista. Y lo hizo con un cuarteto de lujo (Brad Williams, a la guitarra; Kris Bowers, a los teclados; Solomon Dorsey, al bajo; Richard Spaven, a la batería; y Julia Easterlin, a los coros), que jugaba a la perfección con los momentos de improvisación jazzística cuando James abandonaba el escenario para descansar.

Un repertorio en el que predominó su último trabajo pero en el que también relucieron los temas de su penúltimo disco (como “Trouble”, “Come To My Door” o “Do You Feel”, todas ellas muy jazzy y gozosas, con una brisa refrescante), y en el que flotaban las guitarras de Williams. En otras composiciones los teclados cobraban protagonismo; un bajo melódico y una batería certera, abombando el ritmo, servían de perfecto cierre de la cuadratura.

Jose James emula la personalidad rockera de Henry Rollins pero llevado a la música negra: con un registro vocal sedoso y sugerente, con una variedad de estilos (jazz, funk, soul, R&B, hardcore melódico, soft rock…) que espanta. Con ritmos rotos muy R&B de corte moderno, en la línea de D’Angelo, en “U R The 1”. Las programaciones de “Every Little Thing” contrastan con los riffs de “Angel” o “Anywhere U Go”, que recuerdan a unos TV on the Radio. Ante tanta diversidad es fácil perderse. Ahí radica el pero. Sin embargo, tiene composiciones maravillosas como la folkie/soul “4 Noble Truths”, o “Dragon”, o la soulful/bluesy “Simply Beautiful” –a dueto en disco–, y todas ellas bien resueltas en directo. Su versión del “Something in the way” de Nirvana tuvo poder hipnótico y fuerza góspel, pero su resolución se eternizó en exceso. Un concierto solvente, con sustancia, pero un tanto etéreo. Y uno empezó de pie y acabó sentado, con el ritmo en el cuerpo pero sin demasiados aspavientos.

Imagen: Jan Vandevyver