Jansky o el hedonismo

Nos reunimos con Jansky para entrevistarlos y filmar dicha entrevista (botellas de vino incluidas), la toma de sonido nos encierra en un laberinto sin hilo y por ello lo que debía ser una artículo-entrevista deviene en un artículo convencional que precede a su próxima actuación en Madrid en la sala Maravillas. In vita brevis… tendremos la entrevista editada.

Jansky, inevitable la acotación, proviene del nombre propio del físico que otorga el sustantivo a esa unidad de medida que categoriza el brillo de las estrellas.

Jansky lo componen Laia y Jaume, letras y ciencias, Barcelona y Mallorca, voz y lírica, Flauta traviesa y bases electrónicas.

Han tocado en el ínclito Sónar, en festivales extranjeros, Radio 3 les ha hecho un buen guiño, tienen videoclip rodado por Pablo Attfield y es posible que vengan para quedarse.

Ahora asaltan la capital con su poética en catalán, cosa curiosa en la polarización de culturas que los políticos nos incitan a tomar como dogma. Una poética del goce, del sexo, de lo terrenal y del susurro. Sin saber bien el porqué, las bases de Jaume me recuerdan a un tropicalismo mezclado con una electrónica de lo que se mal llamó chill out, un down tempo con multitud de detalles, que ellos denominan “electrónica orgánica” .

Escucharlos es entrar en un cosmos aterciopelado, sofisticado como sus estéticas cuidadas, un chute de escapismo notable, porque en este nuevo mundo nuestro o galopas y tiras las piedras, o bien buscas el punto de fuga… o ambos si tienes los medios que siempre justifiquen el fin.

Epicuro y bytes elegantes, palabras que son metáforas, sonidos ergonómicos y un folk del siglo XXI.

Jansky serían un crossover entre Thievery Corporation y Antônia Font (menos mal que se han escindido). A mí me han convencido, pero quién soy yo para decir nada.