Post Tenebras Lux, amor u odio
El cine mexicano o transmexicano, desde hace un tiempo largo, es de los pocos que todavía me sorprenden para bien o para mal. Sus cineastas, desde el Cuarón de Gravity, el González Iñárritu de Amores perros, Carrera González con su Padre Amaro y otros gustos literarios llevados al cine, hasta el masivo Guillermo del Toro y su Pacific Rim, conforman un multiverso creativo que corresponde con las desparejadas realidades culturales y económicas de unos Estados Unidos Mexicanos fronterizos.
Carlos Reygadas forma parte de esa generación que no es una generación. Su no muy extensa carrera hasta el momento nos ha legado obras como: Japón, Batalla en el cielo, Luz silenciosa y Post Tenebras Lux. Todas ellas simbólicas en su revestimiento, de pensamiento salvaje, y trascendentales en cuanto a que traspasan las consecuencias de nuestra racionalidad imperativa. Carlos Reygadas remite a Tarkovsky, Bresson, Buñuel… y lógico era que Post Tenebras Lux ganase el premio al mejor director de Cannes 2012 y no a la mejor película, eso hubiese sido tal vez demasiado arriesgado en un creador que genera tanta distancia como apegos.
Post Tenebras Lux se traza en diferentes líneas temporales, expandiéndose y contrayéndose: en tormentas, planos infinitos, subjetivos, Eros y Tanatos siempre presentes, lo masculino y lo femenino, dualidades, la moral judeocristiana colándose también, perros, niños, violencia, sexo, el pensamiento salvaje, inflexiones, distorsiones, lo tan burgués, el neoliberalismo, secuencias que no se entrelazan, una fotografía apabullante e imperfecta, ruidos de una toma de sonido que nos recuerda al Dogma de Lars Von Trier, la métrica de lo convulso…
Desconozco si dentro de treinta años Carlos Reygadas formará parte de la ortodoxia de la historia del cine, hoy por hoy se desliza por otros ámbitos, ámbitos procelosos, esquivos para el espectador medio como una bolsa de palomitas en el patio de un colegio. Pero, a estas alturas, ¿no es mejor amar u odiar que no quedar indiferente y aséptico de emociones? Pregunta retórica, y mejor volarse la cabeza, siempre.