Moon Duo en La Boite
La gira de presentación del tercer disco de Moon Duo, Circles (2012), por tierras españolas tuvo su punto y final en la madrileña sala La Boite. De esta manera, Ripley Johnson y Sanae Yamada, pareja de hecho afectiva y de cohecho musical, pisaban por tercera vez en tres años la capital. La primera, en el 2010, con una presentación más tímida en el Wurlitzer Ballroom, en un concierto en el que el factor llamada fue Ripley Johnson, por todos sabido a estas alturas, el guitarra de Wooden Shjips. Lo hicieron con un su primer disco, Killing time (2009), punta de lanza de sus otros dos LPs. Todos ellos inundados de psicodelia y rock progresivo con la particularidad de estar sustentados únicamente por una base percusiva electrónica con batería programada, teclados y los riffs cadentes, y a veces rítmicos, de la guitarra. La voz, en un segundo plano, se deja caer casi siempre en pequeñas píldoras silábicas tan del gusto de la psicodelia.
Pero Moon Duo ya han crecido, ya tienen entidad propia y son capaces de movilizar masas. Y cuando digo masas me refiero a 300 personas abarrotando La Boite, por no contar las que se quedaron fuera.
El plato fuerte de la noche llegó esta vez con un extra, al dúo lunar se le sumó el batería canadiense John Jeffrey, con una aportación contundente y prosaica. Supongo que le debieron rescatar en Berlín durante la mezcla de Circles, disco que sigue la estela espiritual y seña de identidad de esta pareja. Moon Duo nació a la sombra de la lectura del líder del trascendentalismo, Ralf Waldo Emerson, y al que hacen un guiño desde el mismo título del disco Circles, también título de un ensayo de Emerson en el que postula que la percepción es una serie interminable de círculos concéntricos: “El ojo es el primer círculo, el horizonte que se forma es el segundo. Y en toda la naturaleza esta figura principal se repite sin fin”. Y es que ya me imagino yo a Ripley Johnson y Sanae Yamada, muy entrañables, en su encierro invernal en una cabaña, filosofando sobre la importancia del dios interior y el significado del pensamiento intuitivo, la relación original con el universo y sobre como el alma de cada individuo es idéntica al alma del mundo. No sé si el señor Emerson estaría de acuerdo con eso tal y como va actualmente el mundo y su alma. Pero también es verdad que los romanos pensaban que su mundo estaba en crisis y todo estaba putrefacto, y aquí seguimos, así que algo bueno siempre habrá.
Partiendo de esto es de entender y comprender la capacidad de sumergirse y hacer sumergir al público en un estado de semilisergia basado en agraciadas repeticiones cíclicas, y proyecciones hipnóticas y envolventes. La melena de Sanae Yamada siempre al vuelo, ella a punto de entrar en trance sin perder la compostura y sobre todo sin perder ni medio dedo del teclado. Johnson, lateralizado pero con una fuerte presencia sonora. Y además, con la acertada incorporación de la batería que aportó mayor dinamismo y viveza, cosa que en un directo siempre es de agradecer. Un concierto redondo, con un público entregado y en el que hubo concesiones tanto a su último disco, con “Sleepwalker”, “Circles”, “I been gone” y “I can see”, como a un somero recorrido por temas anteriores con “Free Action”, “In the sun”, “Motorcycle, I love you”, “Mazes” y el bis con “Set it on fire” de los Scientists.