Black Mirror S01E03

Desde hace años, el mundo del deporte viene incorporando soluciones tecnológicas a las decisiones arbitrales. En el rugby es normal esperar a que los jueces revisen el vídeo tras una jugada dudosa; en el béisbol está a punto de introducirse en la Major League. En el fútbol, en cambio, todavía hay mucha resistencia a su aplicación. Los capitostes de la FIFA parecen ser los menos interesados. Pero hay algo más, para distinguir en una jugada de fútbol si un contacto es o no falta se requiere un cierto grado de subjetividad. Si se aplicara la revisión de las jugadas en vídeo, habría polémicas y debates televisados aún peores que los actuales. Y es que hay acciones que siguen siendo dudosas para los espectadores incluso después de ver la repetición.

Black Mirror es una serie británica estrenada en 2011. Se han emitido dos temporadas de tres episodios cada una, la segunda este año. Cada episodio dura 45 minutos y nunca se repiten actores ni hay una trama de continuidad, como en la mítica Dimensión Desconocida (The Twilight Zone). Tu historia completa, el tercero de la primera temporada, nos presenta a una pareja joven de clase alta. Él es un adicto a una tecnología que permite grabar el vídeo y el audio captado por los sentidos, gracias a un pequeño chip implantado detrás de la oreja, para después ser visionado internamente o transmitido a una televisión. Un notable avance que permite recordar hechos importantes, revivir recuerdos o simplemente repasar los detalles del día. Y una pequeña vuelta de tuerca a la idea de la película Días Extraños. El “grano”, que es como se llama el dispositivo, no es de uso obligatorio –el ambiente en el que se mueven los personajes no es en modo alguno distópico– pero hay quienes deciden no implantárselo, los menos, y en su círculo social es considerado una extravagancia (¿no recuerda esto a algo?). Volviendo a la pareja, lo que la narración cuenta es cómo Liam empieza a dudar de la fidelidad de Ffion, su novia: a partir de un detalle de poca importancia comienza a revisar sus grabaciones en busca de indicios, primero con suspicacia y después de forma obsesiva y brutal.

Aunque el ritmo y el guión son inmejorables, para evitar el spoiler pongamos que lo que toca es hablar de las connotaciones sociológicas y filosóficas del asunto. Y aquí entra de nuevo el fútbol: ¿no hemos visto todos alguna vez a un aficionado interpretar una decisión arbitral como una injusticia flagrante y a los seguidores del equipo contrario aplaudirla por la razón opuesta? Seres racionales, se supone, perdiendo la capacidad de juicio de repente. Pero es que creer es ver (una recomendación: Amor Perdurable, de Ian McEwan). Todas las pruebas objetivas tienen un contexto y los que las presentan persiguen un fin. Elegir una entre tantas o un fragmento de una tiene siempre una intención concreta. Ser imparcial y ecuánime corresponde al juez, no a las partes. En Tu historia completa la objetividad que propone Liam nunca es, precisamente, completa, sino parcial. Por mucho que la hinche hasta crear un globo monstruoso que les revienta en la cara a ambos. Las relaciones humanas, desde la política al matrimonio, las explica mejor la Teoría de Juegos que el Derecho o cualquier otro tipo de código cerrado. Y además, ¿por qué no aceptarlo?, están habitadas por el misterio y requieren de él para subsistir. Conocer el último detalle de algo es comenzar a perder el interés.

Charlie Brooker, el creador de Black Mirror, no es ningún profeta, solo quiere enseñarnos nuestro reflejo sucio, la imagen de lo que podríamos llegar a ser dentro de diez minutos si nos descuidamos. Hace no mucho, algunas de las cosas que nos ha deparado este fabuloso presente que disfrutamos nos habrían alarmado hasta la nausea. Hoy, todas están ya interiorizadas.

De privacidad ni hablamos (hola Google Glass).