Derecho al olvido
Juicio a una zorra, escrita y dirigida por Miguel del Arco, cuenta la historia de Helena de Troya; una visión parcial y subjetiva del auge y caída del gran personaje de la mitología griega. Es parcial y subjetiva porque es Helena quien la relata. Estas son sus palabras; ella las ha elegido. ¿O es que alguien en algún momento quiso escucharla? ¿Alguien le preguntó? Ahora es su momento y sin pedir permiso se nos enfrenta sin mediador, solos ella y nosotros. No pide perdón a su audiencia, solo escapar de la memoria; parcial y sesgada por la opinión de quienes escribieron su historia. Tampoco pide indulgencia, no nos coloca en esa posición de poder de quien tiene ante sí un culpable que solicite clemencia; lo que pide es olvido. El personaje de Helena está interpretado por Carmen Machi, (la mejor actriz del panorama teatral actual) que la llena de dignidad y veracidad. Porque ella con su fuerza en la palabra, en el gesto y en el detalle de cada uno de sus movimientos, no solo deja sin aliento al espectador, sino que consigue acompasar la respiración de los presentes con la suya.
Si bien el tema central de Juicio a una zorra es la historia de Helena contada por la propia protagonista, con sus motivos, sus explicaciones, sus porqués y sus cómos, hay varios temas que atraviesan de manera tangencial la obra de Miguel del Arco. Es en estos temas donde la obra, que bebe de las fuentes homéricas, se hace más actual. El poder de la palabra es uno de ellos. Ya Helena lo menciona en un momento de la obra: “la palabra es un poderoso soberano (…) puede eliminar el temor, suprimir la tristeza, infundir alegría, aumentar la compasión…” En el momento actual en el que la palabra se fija y se juzga con una inmediatez demasiado insensible a los matices o a la argumentación, Juicio a una zorra se presenta como un monólogo lleno de poder reflexivo. Esa palabra que hoy día se ha convertido en neolengua orweliana inventada para falsear la realidad, para justificar lo injustificable; el relato de Del Arco nos recuerda el hecho de que la palabra importa, y mucho, porque repetida una y otra vez permanece y se perpetúa. Es esa misma palabra que manipula los hechos, que los disfraza y los enmascara. ¿O es que alguien cree casual que nuestros políticos eviten utilizar alguna de ellas, maquillen expresiones o directamente inventen nuevos usos de las mismas? Pues las palabras que escribió Homero son las que han traído hasta nosotros la Historia pero vemos, gracias a este magnífico texto, que otra versión es posible. Y es aquí donde nos lleva al otro tema que el autor pone en relieve: ¿a quién pertenece la Historia? La historia de la heroína griega no le pertenece a ella pues han sido otros quienes la han contado; hombres, siempre. Por lo general los ganadores o poderosos que intentan manipular los acontecimientos a su conveniencia. Helena arranca la palabra del silencio y nos escupe su verdad a la cara. Utiliza la palabra transformadora, convincente, la palabra que crea realidades y las dota de significado. Nos recuerda que la voz del otro es necesaria escuchar, entender y profundizar; que los juicios sumarios son siempre injustos.