jerry gonzález, javier colina y nirankar khalsa en el café central

  • By Rafa
  • Hace 6 years

he entrado donde menos quería.

seguramente ni siquiera llegaba a existir el paralelismo.

seguramente lo forzaba.

pero cada uno es libre y si yo quería llevarlo ahí no había ninguna razón por la que no lo hiciera.

el martes era de lo más rutinario y el comienzo fue tan aburrido como la llegada a la oficina, estaba lleno de hastío, falta de ideas y torpeza.

pero si algo bonito tiene el jazz es que salga como salga siempre lo mueven hacia delante y nunca lo hacen tomando el camino más fácil, sin embargo con bésame mucho me mataron.

era algo tan sobeteado, era un callejón con tan pocas salidas que a punto estuve de tirar la toalla. sin embargo javier consiguió arrancarla con una intensidad que atrevería a calificar como milagrosa. aquello no fue casualidad, ni tampoco un hecho aislado, porque arrancaría con esa misma milagrosa intensidad casi todas las canciones que quedaban. no sé como lo hacía, pero era y todo aquello seguía con un dudoso rumbo con las chispas del esplendor de un instrumento de dibujos animados. las fechorías de tom y jerry nos llenaban de una calidez familiar a la que todos nos queríamos subir.

una calidez que todos queríamos que fuera cierta.

narinkar remaba despacio por el ganges en un amanecer brumoso y enmarañado. remaba con una inercia carente de convicción pero con rumbo. y con aquel panorama tan sombrío todo continuaba moviéndose hacia delante.

mi copa estaba en la barra. atropellé a los frutos secos con toda mi avaricia. mis manos y mis muelas no eran más que meras mensajeras de una codicia insaciable. y venga otro trago, cuando una melodía comenzó a llamar la atención de mi oído. juraría que era sunny.

un primer plano de una aguja que se inyectaba en una vena invadió la sala. la paranoia parecía casi imposible en un ambiente tan controlado, pero yo juro que vi a su fantasma.

colina comenzó a incendiar la sala y jerry dirigió el fuego hacia la batería que como los palos secos de un bosque en verano, corría gran peligro de incendio.

la batería comenzó a arder y jerry comenzó a soplar sobre las llamas con el malientencionado propósitio de avivarlas. barreras invisibles obstaculizaban la liberación de una mano izquierda veloz contra el parche y una diestra aventurera y exploradora pero firmemente controlada por una feroz pasión contenida. velocidades de vértigo eran sucedidas por derrapes, giros y quiebros que no eran más que rayos dentro de una tormenta que si quería podía ser flexible y aligerar de su peso.

antes de que todo terminará salió el sol.

las puertas del local estaban abiertas. las dragones ya podían salir a echar humo por sus bocas y mientras tanto allí dentro, las espadas quedaban en todo lo alto.

en ningún momento dejó de ser martes, unos veían el pesado comienzo de una semana, pero otros veían la gloria de un día que había que exprimir hasta las últimas consecuencias. los camareros que pagaban a sus clientes para que se fueran de las terrazas. hacía frío.

jeringas, jeringas tropicales. venas que pedían a gritos llenar sus venas de droga y el revoloteo de gentes llenas de expectativas se agitaba dentro de aquel espacio vibrante y atrapante. era el calor humano lo que les volvía locos.

sopla.

dame aceitunas. dame carne de oliva que machacar con mis dientes. dame huesos que golpear contra el suelo como si gotas chisperreantes de una ácida lluvia caliente fueran. tomillo y ajo. relámpagos y truenos que apuntan hacia el séptimo cielo.

nunca nadie supo como había comenzado un vuelo que ahora era inevitable. bocinas y sordinas. dictaduras.

la tensa espera que precede a la orden. los últimos coletazos del juego de unos niños que salieron a jugar al patio con la intención de no volver nunca. la emoción del regateo.

regatea, regatea.

y mientras la trituradora se para a mirar a la niña fea, el abanico mea y mea.

una cabeza sin pelo hace un gesto y otra desea.

las expectativas se desvanecen y la noche que siempre quiso llegar a su fin no se aparea. saluda y vete. berrea, berrea.